Nuestro Huerto
Gran parte de nuestra filosofía se apega al respeto por el producto. Es volver al origen, recordar un tiempo en el que dependíamos de las estaciones y el clima, de la tierra y las manos del productor.
Tener nuestro propio huerto, nos da la oportunidad de saber de dónde vienen los productos, cómo se desarrollaron, de qué se nutren; nos permite estar al pendiente durante todo su crecimiento para asegurar un producto bien hecho, fresco, que se tratará con el mismo respeto en el campo que en cocina.
Nuestro huerto inicia con la preparación del suelo.
Se prepara una cama profunda disponiendo el cultivo de alimentos (como granos, leguminosas, frutas, nueces, hierbas, flores) en espacios cuatro veces más pequeños que los convencionales, manteniendo un suelo vivo en el que las plantas puedan desarrollarse.
En la horticultura sustentable lo esencial es el suelo. Este tipo de camas significa menos trabajo para el horticultor, pues únicamente tiene que excavar, fertilizar, regar y deshierbar una cuarta parte del área que necesitaría para los mismos rendimientos con otros métodos.
A la par de la preparación de la tierra, nuestro huerto funciona con una rotación de cultivos, práctica que nos permite mantener la tierra sana, equilibrada y llena de nutrientes, ya que mediante diferentes especies vegetales podemos reinsertar sustancias específicas de manera cíclica para alejarnos de la erosión que provoca un monocultivo.